CONDENADO DESDE EL NACIMIENTO

CONDENADO DESDE EL NACIMIENTO
Por El Perro Amarillo

Ninguna huella tan punzante como la condena impuesta a un recién nacido en el mismo recinto que tendría que garantizarle un futuro saludable desde el principio de su vida: el Instituto Hondureño de Seguridad Social -IHSS, donde vio la luz por primera vez Eythan Banegas Sauceda, hace apenas ocho meses.

“Nunca lo tuvieron en incubadora, a pesar de que se debía tener ahí por al menos 3 días por nacer prematuro”.

Cuenta Hilda Sauceda, madre de Eythan, que su bebé nació con una cardiopatía congénita. Su padecimiento le ocasionó un agujero en uno de los ventrículos de su corazón y ahora le cuesta incluso efectuar la básica actividad de respirar para poder vivir. No solo fue la falta de atención requerida para un bebé como Eythan, sino que tampoco le dieron indicaciones para su cuidado o la remitieron a un especialista para tratar su patología: como si nada hubiera pasado, Hilda salió sin guía de sus propios médicos para tratar a su hijo recién nacido.

Al principio, el agujero en el corazón de Eythan medía 24 milímetros. Pero la misma negligencia que experimentó su madre en el sistema público hondureño fue replicada por el pediatra de atención privada que chequeaba la salud del niño. En 4 meses, ese doctor tampoco le notificó sobre la condición cardiológica del bebé y simplemente alegaba que “sufría de un reflujo”.

Sin saber lo que pasaba, Hilda veía un claro deterioro en la salud de su bebé. Cuando finalmente fue atendido por una cardióloga en el Hospital María, se le recomendó un tratamiento de dos meses. Pero ya se manejaba la posibilidad de una operación en caso de que el tratamiento fallara. Y así fue: una segunda evaluación, que primera cardióloga había tachado de “innecesaria”, arrojó el resultado menos deseado: el agujero pasó a 28mm y una operación era ya urgente.

La respuesta del sistema público de salud del régimen no pudo ser más decepcionante. Como era de esperarse, en el Seguro Social alegaron no tener los insumos necesarios para practicar la operación de Eythan: no contaban con una bomba necesaria durante y posterior a la intervención ni disponían de una sala de atención. ¿Qué puede hacer entonces la institución que se supone debe estar al servicio de la salud de los hondureños?

“Con el sistema de salud que tenemos, los bebés se mueren de esto, no soy el primer ni último caso”

En el Hospital María no solo cobraban medio millón de lempiras por operarlo, sino que habría que sumar gastos por la estadía y atención postoperatoria en sus instalaciones. Paciencia, que se pone peor la historia: al ser asegurado el niño, el Hospital María se negaba a operarlo. ¿Y si lo retiramos del seguro? La pregunta que pasó por la cabeza de Hilda en medio de su desesperación y la necesidad urgente de operar a su bebé recibió una respuesta lapidaria.

“No serviría de nada, solo pasaría a una lista de espera de por lo menos un año”.

Eythan no puede esperar un año por una operación tan necesaria como urgente. Hablamos de un órgano básico y de un bebé que no llega al año luchando por cada bocanada de aire. ¿Es justa la situación? ¿No tendría el Estado hondureño que garantizar unas mejores condiciones de atención para un niño indefenso y necesitado? Sabemos que la respuesta no se corresponde con el escenario ideal.

La buena noticia es que un hospital en España está en disposición de operarlo. ¿La mala? No hay cómo costear los gastos, tanto de la atención en la institución europea como para el traslado. Hilda tiene que acudir fuera de su país para salvar a su hijo, porque el sistema público, deteriorado para privatizar la salud, no puede dar respuesta.

“La cardióloga del María me dijo que me pusiera las pilas a vender algo y recolectar dinero para operar a mi bebé”

Al parecer al Estado y a las instituciones les vale madre… ¿y a ti? Ayudémoslo, de corazón a corazón…