
Lentamente, desde 1876, las paredes de esas minas que explotó Marco Aurelio Soto han estado pasando sus miserias a otros ”inversores". Son los que de manera permanente convierten la broza en sangre.
Lentamente, desde 1876, las paredes de esas minas que explotó Marco Aurelio Soto han estado pasando sus miserias a otros ”inversores". Son los que de manera permanente convierten la broza en sangre.