AL PERRO MÁS FLACO

AL PERRO MÁS FLACO
Por Armando García

Como siempre -en esta democrática, cristiana y occidental república de Corruptunia-, los culpables de la podredumbre, la defraudación, narcoactividad y el contrabando, ¿quién más? La gatería, compa, los de abajo, los subalternos; jamás el picarito, hechor y consentidor, de alto vuelo billeteante, estupefaciente, constante, sonante.

En la hora feliz del contrabando aduanal, del jolgorio de los ciegos del punto ciego, el apestado, ni dudarlo: el pobre diablo que levanta la tranca de la frontera. Jamás el actor intelectual y avionetero mayor, aguatalado en salones oscuros de cortinas gruesas, como diría en su cháchara de bayunca metáfora aquel colorado bebesaurio de la aguada candidatistis aguda, elvinchancho.

Cuando habitó entre nosotros, cual Juan por su casa, un archirreconocido terrorista del alto cártel miamense, la implicada «en dejarlo entrar» fue una pobre guardia de migración de cuarta categoría; jamás se señaló al «oreja», y gusano soplón de los asuntos del tío Sam en el traspatio; ni al procónsul de La Embajada, ni al pillo de siete suelas que aceitara las bisagras del cohecho.

Si llega un Objeto Volador No Identificado hasta el gorro de carga blancamente «identificada», como aquel depreciado avionejo supermisterioso del Toncontín, cuyos pilotos se hicieran, como por arte de magia pedo, éter, humo al hincar pie en tierra hinchas. O, para el caso, aquellas avioneticas que caen, con su lastre de alijos de blanco quilataje, en el litoral Atlántico de la mare nostrum; ¿Los culpable?, ¿adivinaron?, a pedirles cuenta a los pobres controladores aéreos, al perro más flaco y a los mininos de la cadena de mando; jamás al alto capo de alcurnia, al correligionario de partido o al colega en los deportivos asuntos de la crematística y de la iniciativa privada.

Ahora —¡país del carajo, el nuestro!— con los asuntos de la piñata, de las dispensas y el lujoso carnaval automotriz que han montado los «honorables hijos de la gran matria, los padres de la patria» con la defraudación fiscal, ya comenzaron a prensar a los gatos, perdón, a los chivos expiatorios: pobretes, empleados de baja estofa, pinches tramitadores. ¿Y las altas riatas y las meras vergas del Congruezoo que evaden fisco, suplantas leyes, engrasan la Gaceta, manada a la Corte de la Suprema Injusticia, camuflan contenedores que contienen contenidos contraídos e importan «mulas» de máquinas de lujo y lujuria?

No os preocupéis, adorables miembros de la afición de sol que, a esos tales (por cuales), estaban cagados, muertos (de risa), pensando en una nueva vuelta, a la tuerca de la reelección en la próxima contienda. ¡Tas advertido querido hincha del Farça o del Real Morir! Como dicen los subditos del hijo del «juido» rey mataelefantes de Hispania, el Rey Lipe— ¡A por ellos! ¡Real Morir! ¡Real Morir!