CUATRO AÑOS DE VERDAD

CUATRO AÑOS DE VERDAD
Por Eduardo Bähr

En un agradable apartado familiar de un restaurante capitalino, un día como hoy, cuatro o cinco personas nos reunimos para dar inicio a una nueva manera de comunicación… dentro de las multimillonarias estrategias comunicativas de la red. “Nueva”, decíamos, para significar el permisivo “otra más” que muchos, antes que nosotros, habían puesto sobre la mesa con cierto pulso acelerado y la urgencia de las nuevas ideas. Centenares de estas iniciativas habían fracasado y la nuestra no tenía por qué ser la excepción, a menos que encontráramos la razón básica del desequilibrio. Como la empatía de los presentes nos acercaba aun antes de encontrarnos, nos fue fácil y natural saber por qué la nuestra tenía que ser menos perecedera: no dependeríamos de pagas, coimas, dineros o tintineos por debajo de la mesa. No nos venderíamos a mejores o peores postores. No seríamos “prostitutarios” de nadie…

¡Menudos intelectuales independientes! Ajá, los que no existen en todos los recovecos de países como el nuestro. Independientes en un país dependiente hasta para limpiar los escupitajos del dictador de turno, que a su vez obedece a un sistema corrupto, manejado (y/o enviado) por un capitalismo desalmado, que a su vez ha sido malparido por un imperialismo ensangrentado en el proceso de la cesárea.  

Habíamos encontrado la solución: ¡Qué hermoso ser honesto!

De ella, también, como deshilando, la fórmula: un informativo crítico, social y políticamente correcto, que denunciaría, paso a paso, el proceso de la corrupción, correspondiente a cada uno de los entes e individuos corruptos, mencionándolos por su identidad social y por su nombre, con las pruebas pertinentes y ante una sociedad encuadernada por la modorra y el conformismo, hasta que se hiciera evidente en plaza pública el cadáver moral que siempre ha sido.

Faltaría el nombre y el presentador. Los encontramos como en una escarapela: un nombre representativo de la lealtad extrema y un líder con la valentía a flor de piel en el pecho.   Y ahora, qué. Esperar a que la fórmula funcionara.

Estamos en el cuarto año. Miles de seguidores, solidarizados para subsistir… Y la certeza de que no podemos sentarnos a descansar, porque faltan otros cuatro años, y otros cuatro años, y otros cuatro años… Y porque es bello ser honesto.