Narco-Dictadura y transición en Honduras (II)

Narco-Dictadura y transición en Honduras (II)
Por Tomás Andino

AGOSTO 1, 2020

Cualquiera estaría tentado a responder que “el régimen está fuerte” porque roba y reprime a su antojo, pero eso ocurre solo cuando vemos el árbol que tenemos enfrente y no el bosque. Si uno revisa el contexto actual a escala histórica y global, veremos que nunca había estado más débil que ahora. De hecho, estamos en un momento de declinación económica, social y política de la Narco-dictadura y ante una lenta e incipiente pero progresiva reactivación del movimiento social y popular, incluido el surgimiento de nuevos liderazgos.

No ha faltado pueblo, sino líderes confiables

En cuanto al movimiento popular, pocas veces en la historia se han conjuntado condiciones objetivas más favorables para que el Pueblo se levante unánimemente a exigir sus derechos y acabar con esta opresión. Sin embargo, ese levantamiento aún no ha ocurrido. La pregunta es ¿por qué?

Desde el año pasado el movimiento popular ha entrado en un estado de inacción. Para muchos esto muestra que el Pueblo es “conformista” o “cobarde”. Esta apreciación no es correcta. En los últimos cinco años, durante las manifestaciones de 2015, 2017 y 2019 el pueblo salió por centenares de miles a las calles a batirse contra la dictadura, dejando tras de sí a decenas de asesinados por las balas del régimen. Lo que ha hecho falta no ha sido Pueblo sino liderazgos consecuentes en quiénes confiar, porque en todos esos movimientos los líderes nos han “dejado vendidos” o solo les interesa lograr una posición electoral.

Un reciente ejemplo de esto fue el “sombrerazo” del Congreso Extraordinario protagonizado por la oposición legislativa. Por un momento hicieron creer a la gente que se daría una rebelión de las bancadas de oposición contra el poder aprovechando su mayoría absoluta en sesiones extraordinarias. Pero nada de eso sucedió pues terminaron reintegrándose dócilmente a las sesiones regulares del Congreso y se olvidaron de convocar a nuevas sesiones extraordinarias. Otra muestra de lo anterior es que, mientras el país muere y se precipita al abismo, a las dirigencias de los partidos de oposición solo les preocupa las próximas elecciones. Esto evidencia que la aparente “pasividad” del Pueblo en realidad es el resultado de la actitud conciliadora, distractora, oportunista o traidora de sus dirigencias.

Nuevos liderazgos, nuevas esperanzas

Hay indicadores de que las cosas comienzan a cambiar, pero no por “arriba” sino por “abajo”, en la base. Por ejemplo, obreras y obreros de la industria cervecera y de algunas maquilas se organizaron por fuera del control de sus sindicatos para hacer huelgas o plantones que llevaron a las empresas a responder a sus demandas, obteniendo algunos logros. De manera similar, movimientos juveniles se movilizan en los barrios de las principales ciudades, haciendo masivas pegas de afiches contra la dictadura. Por otro lado, sectores de empleados y clase media han comenzado a auto organizarse para salir a la calle a través de caravanas vehiculares en las principales ciudades exigiendo “¡¿Dónde está el Dinero?!”.

Estas expresiones las han conducido nuevos liderazgos, sobre todo juveniles, que las bases eligen o siguen en redes sociales. Y ese es solo el comienzo. A medida que la crisis apriete, las expresiones de descontento popular aumentaran y otros sectores entraran a la lucha. Por eso podemos decir que una nueva ola de movilización popular estaría asomando en el horizonte dentro de poco tiempo. Si esta se fortalece y amplía, la dictadura estará bajo seria amenaza, con la posibilidad de descarrilar sus nefastos planes.

Como es natural, ante el fracaso de los viejos liderazgos, el pueblo empodera a nuevas figuras que tienden a sustituir a los anteriores. A nivel popular este fenómeno de recomposición molecular del movimiento social es incipiente, pero va creciendo entre los pobladores, obreros(as) y ambientalistas. Donde tal vez está más desarrollado es en el campo mediático. En eso consiste el fenómeno del elevado impacto que está teniendo el programa “El Perro Amarillo”, del periodista Milton Benítez, quien ha tenido cimas de más de 400 mil vistas. Debido a la irreverencia y frontalidad de su estilo periodístico, dicho programa está arrasando en audiencia en las redes sociales, logrando superar a todos los medios de comunicación por internet, perfilándose como un nuevo sujeto político capaz de competir con los anquilosados y caudillezcos líderes de opinión existentes.

La respuesta del régimen es inmediata. No puede permitir que estos nuevos liderazgos se consoliden. No por otro motivo el “Perro Amarillo” ha sido objeto de asaltos, agresiones y amenazas legales y físicas que indican el miedo que les causa su gran popularidad. Algo similar ocurrió con el caso de David Romero Ellner, quien al salir de prisión amenazaba con seguir difundiendo información sensible sobre la corrupción del régimen. Por eso también fue objeto de una velada represión, a través del trato negligente que tuvo en manos de los militares tras ser contagiado sospechosamente de Covid-19, lo que le costó la vida. Lo mismo ocurre con el juicio que ahora ha culminado para llevar a la cárcel a la Comisionada María Luisa Borjas acusada de señalar a Camilo Atala como responsable del asesinato de la ambientalista Berta Cáceres. Con estos actos intimidatorios y atentados se trata de callar las voces que denuncian las arbitrariedades y abusos de los poderosos, porque no quieren que prosperen estos liderazgos que si confrontan a la dictadura. Sin embargo, cada acto represivo más bien incrementa su popularidad.

En fin, estamos en un tiempo de transición a una nueva situación política en el país, que este año podría dar un vuelco insospechado, muy probablemente antes de noviembre de este año. No somos adivinos para saber con exactitud como ocurrirá, ni nos gusta la especulación, pero el estudio de las tendencias de la realidad nos permite predecir que aquella dictadura que cobró fuerza en el golpe de Estado, ahora hace maromas para mantenerse en el poder. La estrategia gringa pretende legarnos un régimen dictatorial sustentado en el bipartidismo tradicional, bajo tutela militar, pero que lo logre está por verse. La respuesta del Pueblo es impredecible y este aún no ha dicho su última palabra.