A BUEN ENTENDEDOR…

A BUEN ENTENDEDOR…
Por Armando García

Ahora entendemos por qué tanto odio de parte del cerco mediático a la iniciativa privada de la televifutnovelara contra Berta.

Ahora entendemos por qué doradas razones hidroeléctricas se quedaron chitones los periodistejos de mayor credibilidad en asuntos de mojes cuando asesinaron a Berta.

Ahora entendemos por qué los periodejos ajotan y le dicen: ¡uchú!, a los organismos paramilitares y represores del Estado cuando persiguen, secuestran, desparecen o matan a los luchadores del disenso social.

Ahora entendemos por qué hacen mutis de compadre hablado cuando desaparecen garífunas o asesinan a lencas-misquitos-tolupanes-pech-chiortis-y-mestizos e indios culoazul.

Ahora entiendo por que los honorables comunicadores tienen bisagras en el lomo para recoger las migajas del babascal de a cuatro sin cuenta de las montañas rusas de papi al desorden y Larry Cardona.

Ahora entendemos porque los periorejas, vándalos de las cadenas noticiosas de esta aldea global motejaban —moje mediante, mendicante y manducante— de «vándalos» a la corajuda juventud  revolucionaria de la excelencia académica del MEU.

Ahora entendemos tanta inquina de esos huevos de la sierpe de la tele mal donada contra  los ambientalistas de Guapinol y los antiextractivista de estas tierras de pan güeviar.

Ahora entendemos por qué ya ni se acuerdan los periorejas turiferarios de la cantata del reo de sing sing al sur, Perpetuo Guardado.

Ahora entendemos por qué los periodistos, listos de la lista han sido quemadores de incienso de los militares, y otros avatares, de la policía y otras fechorías, de las dictadura, de las dictablanda y de la dictablanca.

Ahora entendemos por qué los periobisnes fusilan al tigre y le tienen miedo al cuero de gato-pantera.

Ahora entendemos porqué los Hermes herméticos no dijeron ni pío los pillos al descubrirse la transparencia turbia  de los rieles, pernos, clavos y otras polvaredas del dictadorzuelo de aldea.

Ahora entendemos por qué le lambisconeaban las babas cuando el pato, hermano incómodo del bandolero de altura, le disparaba a las escopetas.

Ahora entendemos porque hablan como hablan hasta por los codos de su pico bonito elevando a la categoría de sabios a la rata boteriana del andurrial, al flatulento carlanga y otras alimañas de la ribera del ¡oh! mar vil ponche de la corruptela.

Ahora entendemos por qué el ojo ubicuo de los periopistas and periopistos no miran las narcopistas de los «bloques de nieve cruzado» y otros acorazados de pisto.

Ahora entendemos por qué no dijo ni pillo el hato de periorejas alquilados al efecto cuando se fumigaba con una millonaria humareda de bomba lacrimógena a la indignación del  pueblo en resistencia.

Ahora entendemos por qué de treinta mil en treinta mil melones se le vende el alma mercenaria al mismísimo diablo azul, gringo, verdeolivo o colorado (valga la redundancia).

Ahora entendemos cómo en un escrutinio pautado frente a frente y encorralado con lucifer se ganan elecciones «limpias» con votos rurales.

Ahora entendemos la madura malquerencia antichavista de la jauría de los mass-media de Corruptonia y su enorme simpatía con el uribeato y el chucho imperial de Guaidóg.

Ahora entendemos su odio jarocho contra el pueblo hermano salvadoreño, nicaragüense, cubano, venezolano, ecuatoriano, boliviano y otros latinoamericanos.

Ahora entendemos por qué los soldados de fortuna de la Mara 77 + LQQD nunca han manchado sus labios con verdad alguna y son similares en símil y facsímil a las acémilas diputa-diles de Sam Zemurray: más baratos que una mula.

Ahora entendemos por qué se volvieron —como dice la canción—: sordos, ciegos, mudos y testarudos cuando se violaba (y se viola) por arriba y por abajo, por delante y por detrás a la sodomizada Constitución de la Respública.

Ahora entendemos por qué con esos miserables salarios de «comunicadores» viven en palacetes, conducen máquinas de alta gama, tienen casa de playa (yate, helicóptero o avionejos ala fija incluidos) y le han dado mas vueltas al mundo que Fernando de Magallanes, Sebastián Elcano o Antonio Pigafetta.

Ahora entendemos por qué en Corruptonia el periodismo se ejerce como una forma de delincuencia común.

¡Zape, van de retro 7 veces 77!