¡CONFIAR PARA GANAR!

¡CONFIAR PARA GANAR!
Por Katia Lara

-Lo bueno es que la comunidad está a la orilla de la carretera, entonces la gente va a poder ver cómo se levantan las casas y avanza el proyecto-, me comentó Whitney, emocionada, en uno de esos viajes de regreso a Tegus, desde Cortés. Creo que fue el segundo viaje de cobertura periodística por el huracán ETA. Después vino el IOTA.

Ese día, unas horas antes, nos detuvimos en una comunidad llamada La Libertad Km86 para entregar la última ayuda que traíamos en el carro. Solo nos quedaban mascarillas, y eso no le hizo gracia a la gente damnificada, que esperaba ropa o alimentos. En esa parada hicimos una transmisión (de El Perro Amarillo), y Milton dijo al aire que haríamos una colecta para ayudarles. Así comenzó todo.

Milton eligió el lugar con la brújula de su corazón, que es el motor de la mayoría de sus decisiones, y nosotras nos sumamos. No era la primera vez que una propuesta de Milton nos colocaba frente a una tarea tan inconmensurable como humana. De hecho, así surgió nuestro proyecto de comunicación: nos lanzamos al vacío, y el pueblo nos abrazó, confió en este equipo, y hasta el día de hoy sus aportes hacen posible el programa y este periódico digital.  

Recuerdo que le comenté a Whitney que hasta el nombre era simbólico: La Libertad. Entonces no teníamos idea de la cantidad de obstáculos que tendríamos que enfrentar para que la exitosa recaudación -en tiempo récord-, de un poco más de 100 mil dólares, pudiera concretarse y “ofrecer dignidad a los damnificados de La Libertad Km86” como escribimos en el texto de la plataforma GoFundMe.

Sobró la solidaridad y el entusiasmo, especialmente entre nuestros compatriotas migrantes. Sabemos que la “ayuda” no resuelve los problemas estructurales que tienen empobrecida y vulnerable a nuestra población, pero en la emergencia nos movió el impulso humano de auxiliar al que sufre, a quien nos necesita.

Muchísima gente nos llamaba, confiaban en El Perro Amarillo para entregar su ayuda. Gisselle se encargó de hacer la lista de quienes querían sumarse al proyecto: Elsy, farmacéutica en La Ceiba; Jesús Mejía, cocina en Choloma; Héctor Emilo, abogado en SPS; Alexis Orellana, constructor en Colonia López Arellano; Arturo, un oficial retirado de la Fuerza Naval; Jorge Sierra un ingeniero civil de Choluteca; Rigoberto, maestro en construcción civil; Rony, técnico electricista de Tegucigalpa; Mariana, psicóloga de Siguatepeque; José Antonio, técnico en electricidad y soldadura; Adonay Menocal, electricista de Santa Cruz de Yojoa… una larga lista de amor por el prójimo.

En esos días trabajamos fuerte y lloré mucho, es duro estar tan cerca del dolor. Pero me aliviaba imaginar a toda esa gente afanada en la comunidad, sacando lodo, limpiando cunetas, haciendo comida, levantando casas. Whitney se reunió por Zoom con un grupo de arquitectos que querían aportar técnicas de construcción novedosas que utilizan basura reciclada, y seguían sumándose profesionales para aportar su trabajo a la tarea colectiva. ¡Pura solidaridad y entusiasmo!

En cuanto se acreditaron los fondos comenzamos a trabajar, e inmediatamente tropezamos con los dos primeros obstáculos: un terreno inundable, y ningún poblador con título de propiedad. Sin embargo, esos traspiés solamente retrasaron el proceso, lo que destruyó la ilusión de nuestro equipo y de la comunidad, fue la desconfianza infundada y alentada por gente pagada para desprestigiar nuestro proyecto humano. Cada comunicación con los representantes de la comunidad se vio manchada por el recelo y la duda, víctimas (la comunidad) del poder que trabaja para desplazar la lucha de clases e instalar la lucha entre habitantes (pobres).

Quienes trabajamos durante ocho meses en soluciones prácticas y seguras, mientras enfrentábamos tremendas campañas de difamación, nos quedamos con las ganas de ver levantarse el proyecto sobre la carretera CA-5 en el Km 86. Al final respetamos la decisión de la comunidad que optó por quedarse en un terreno inundable y en disputa legal (las 23 manzanas pertenecen a personas vinculadas al narcotráfico de apellido Handal, según informa la comunidad). La Asamblea del Patronato decidió invertir los fondos en un pozo de agua potable, habilitación de calles de terracería y electrificación sobre la carretera CA-5.

En nombre del equipo de El Perro Amarillo quiero agradecer cada llamada, cada oración, cada aporte, cada palabra de aliento, pero sobre todo, me alegra mucho agradecer su confianza, la de quienes nunca dudaron de nuestra honestidad e integridad. También agradecemos la lealtad de Luis Sorto, quien prestó su nombre y su cuenta en Estados Unidos para recibir y guardar los fondos de la recaudación hasta hace algunos días.

Ayer entregamos 2 millones de lempiras a la Comunidad y Patronato Pro Mejoramiento de la Colonia La Libertad Km86, Municipio de Villanueva, departamento de Cortés. Enviamos un email a representantes del patronato y adjuntamos acta de entrega de los fondos, cheque de caja emitido por BAC, depósito de cheque en cuenta de Banco de Occidente a nombre de Luis Alonso Salvador Maradiaga (Presidente del Patronato), e informe técnico y recomendaciones del Ingeniero Marlon Gómez.

Este relato no termina con la escueta respuesta a nuestro correo, enviada por el Presidente del Patronato “Buenas noches. Recibimos el comunicado. Muchas gracias”. Nuestra historia termina, como las fábulas de las abuelas, con una moraleja: es cierto que confiar implica un riesgo, pero también es verdad que quien no arriesga, no gana. Esperamos que la comunidad de La Libertad haga honor al hermoso nombre de su Colonia y al esfuerzo de quienes aportaron a la recaudación. Ya no permitan que les dividan. No luchen entre pobres. Acabamos de vivirlo ¡El Pueblo unido, jamás será vencido!.

Evidencia: