Ladrones de infancias

Ladrones de infancias
Por Guadalupe Ruelas

¿Cómo decirle a niños y niñas que sobreviven en las calles Feliz día del niño? ¿Cómo decirles a estos niños el ya trillado “Quédate en casa”? En Honduras son miles de niñas y niños que se ven obligados a sobrevivir en las calles, en los botaderos de basura, en los mercados y en los crematorios.

La niñez en calle nos indica al menos tres realidades: el fracaso del modelo sistémico, los altos niveles de corrupción pública-privada y los profundos niveles de incapacidad de quienes nos gobiernan.

Paso a paso, los bienes del estado han sido cedidos a pequeños grupos de poder privado, quienes se han enriquecido a costa de lo que nos han robado. Poco a poco el Estado se ha ido quedando sin recursos para inversión social y económica. Los bienes del pueblo como escuelas, hospitales y centros de salud, se van deteriorando y la alternativa la ofrecen grupos financieros para aquellos que puedan pagar o endeudarse. Por supuesto la niñez que sobrevive en las calles no logra acceder ni a la educación ni a la salud. Estos niños y niñas no le importan a este sistema neoliberal. Funcionarios públicos y actores privados son aliados en al menos tres objetivos comunes: robarle al pueblo, enriquecerse y protegerse mutuamente a costa de la vida de niñas y niños pobres.

Otro factor que contribuye a que las aceras sean las camas de estos niños y niñas, es la indiferencia de gran parte de la sociedad. Me refiero a una indiferencia política que ha permitido que personajes faltos de talento y llenos de vicios sean quienes gobiernen.

Indiferencia traducida en una insana tolerancia frente a una clase de delincuentes gubernamentales y privados, que han convertido los bienes públicos en botín. Tenemos una sociedad que se indigna por la corrupción, pero no en contra de los corruptos. La primera “blindada” por la ignorancia y la cobardía y los segundos por las leyes que redactan y se recetan.

Estos corruptos, ladrones de infancias; se escudan estigmatizando a los pobres, “es culpa de la desintegración familiar”, dicen ellos y repiten sus acólitos en templos y medios de comunicación, pagados con el mismo dinero que han robado a estas familias y a sus hijos.

Para este régimen un ladrillo no sirve para construir escuelas, sino cuarteles y cárceles; para este régimen el dinero de la salud del pueblo tiene la finalidad de financiar a los militares y a la represión. Esta es la verdadera causa de que niños y niñas tengan que dormir en las aceras.

Esta situación cambiará sólo cuando recuperemos el país, cuando tengamos un gobierno que reasuma su responsabilidad ante el bien público y trate la salud, la educación, la producción, la generación de oportunidades como temas de interés público y no como botín cedido a pequeños grupos económicos.